“Adicción” por el trabajo tiene muertos de sueño a los chilenos

Publicado en Diario Financiero Por: Fabiola Venegas Ó. | Publicado: Miércoles 25 de abril de 2018 a las 04:00 hrs.

La prioridad es estar activos 24×7 y responder a las responsabilidades laborales. Se trata de una realidad que va demal en peor y que a la larga se traduce en menor rendimiento y en riesgo de infartos.

Más de alguna vez nos habremos permitido dormir solo un par de horas pensando

que a la noche siguiente recuperaremos lo perdido. Lo cierto es que esta práctica

se está tornando un hábito de la vida moderna, incluso llegando a ser

considerada por especialistas como una epidemia en alza. Basta con revisar cifras

de estudios recientes como el publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine,

que revela preocupantes cifras sobre Chile. El país tiene el triste récord de

ganarle a México, Uruguay y Venezuela en somnolencia durante el día, con un

22,7% de la población, mientras el 41,6% de los santiaguinos sufre de insomnio

y el mal no distingue género, ya que la mitad son mujeres y la otra hombres.

 

Por otra parte, la Encuesta Nacional de Salud de 2017 reafirma lo anterior y

concluye que más del 50% de los chilenos duerme mal. Advierte que se trata de

un problema que viene arrastrándose desde la formación profesional, ya que siete

de cada diez universitarios ha indicado padecer periodos de insomnio o

alteraciones del sueño.

En algunos centros de salud de la capital, como la Clínica Somno y el Instituto del

Sueño, las consultas por este tipo de alteración han crecido a tasas promedio

sobre el 20% en los últimos diez años.

 

Adictos al trabajo

¿Para los chilenos es una prioridad dormir?, al parecer no. Los expertos nombran

diferentes factores que influyen en esta determinación, pero coinciden en que el

estrés laboral y la necesidad de continuar funcionando 24×7 están entre los

principales obstáculos.

“Las personas ya están acostumbradas a dormir poco, ese es su basal y funcionan

a media máquina”, indica Carolina Aguirre, directora del Centro del Sueño de la

Red de Salud UC.

En el caso de los pacientes que llegan a su consulta porque duermen poco, la

también neuróloga explica que las personas que “suelen estar todo el día

corriendo, se pillan la cola, entonces en la noche tratan de estirar al máximo la

jornada para alcanzar todo lo que tienen que hacer”.

Pero va más allá y repara en que el insomnio puede ser la punta del iceberg de

quienes padecen patologías psiquiátricas como trastornos de ansiedad.

Para el psicólogo de la Universidad Bernardo O´Higgins (UBO), Sergio Espinoza,

el insomnio puede transformarse en un fenómeno colectivo y las razones deben

hallarse en las condiciones de vida y jerarquía de prioridades que las personas

comparten y tienen en común.

Una línea de investigación reciente, que reúne y sistematiza una serie de

conductas y procesos psicosociales cada vez más comunes en la sociedad actual,

permite dar cuenta de este fenómeno: la adicción al trabajo.

“Hoy día existen cada vez más personas que trabajan doce horas diarias por

rutina, son reacias a tomar vacaciones, no son capaces de delegar

responsabilidades y experimentan importantes montos de ansiedad cuando no

trabajan”, describe el investigador.

Desde el punto de vista psicosocial, hay algunos indicadores claros como la

negación de la situación y finalmente el bajo rendimiento laboral a mediano y

largo plazo.

Para el neurólogo de la Clínica Somno, Pedro Moya, las metas mensuales en el

trabajo son una de las preocupaciones que les impiden conciliar bien el sueño. A

ello se suma el insuficiente presupuesto familiar y la inestabilidad laboral, los que

juntos, dice, generan incertidumbre sobre cierta seguridad que se cree ganada.

El estrés derivado de problemas psicosociales como la cesantía se suma a las

razones asociadas a la vorágine de la vida moderna, agrega Pedro Salinas,

psicólogo clínico de la Universidad de Chile.

 

El director del Instituto del Sueño, Walter Avdaloff, quien se ha dedicado por años

al tema, coincide en la evaluación.

 

“Las personas están conectadas las 24 horas no solo al trabajo, también a sus

problemas y a sus dispositivos electrónicos. Además, las personas llegan tarde a

sus casas después de largas horas en el transporte público, a comer y acostarse y

eso conduce inmediatamente a una alteración del sueño”, explica el neurólogo

cuyos pacientes , grafica, duermen en promedio seis horas.

 

Riesgo grave

A la larga el insomnio produce alteraciones de la memoria y la concentración,

pero lo más delicado, dice Avdaloff, es que si perdura más de un mes comienza

un “estado de privación crónica del sueño”, que desencadena hipertensión y

aumenta la amenaza de infartos cerebrales y cardíacos.

 

El llamado de los expertos: dormir ocho horas, cambiar los malos hábitos y

consultar si es necesario.